Quirón y nuestra herida profunda

Y nos encontramos de nuevo aquí. Hemos llegado al punto. Estos últimos días de Quirón en Piscis están señalando el fin de una época. Ella empezó al final de febrero del 2011 y se ha prolongado hasta ahora, con un intervalo de algún mes en la primavera verano del 2018.  Todos los que se sienten extraviados, perdidos, enajenados, fuera sitio desde el nacimiento están a punto de reencontar el rumbo. No sin antes haber sentido todo el sufrimiento y la soledad que un alma, fina sustancia delicada, encarnada, encastrada en un cuerpo físico pueda experimentar. Les resuena?

Se recuerdan como fue decir que sí, aquella señal de omnipotencia al contemplar el proyecto de vida que habríamos bajado a desarrollar, nosotros, seres de luz, polvo de estrellas, con mil ambiciones de sanación y reequilibrio de mundos perdidos tras angustias y crueles juegos de poder?. Se recuerdan cómo fue ofrecerse voluntarios, sabiendo que habríamos traído la luz?. El delirio de gtandeza, pensando que en breve habríamos salvado el mundo? Luego la Nada. El Frío.  

Aquel Frío atávico, tan inmenso de quitar el aliento. La falta de Casa, de caras amigas, de sonrisas de comprensión. Y el olvido.… Luego la fatiga de continuar día tras día, de perseguir algo invisible, a la ciega búsqueda de alivio y nutrición.  

El intento de no sentir la presencia de aquel olvido, perdiéndose detrás de mil estados alterados, y luego todavía correr, correr, correr, a seguir la ilusión de la Verdad. Surcos escondidos, cementados intencionalmente en la profundidad del cuerpo. Ahora se revelan, emiten fragancias inquietantes hacia las narices del corazón. Ahora tenemos que sentirlos, llorarlos. Ahora podemos respirar de alivio porque no hay ya necesidad de esconder nada. 

Ahora podemos soportar la soledad más fría del mundo. El tránsito de Quirón nos ha puesto en contacto con la promesa de vida que habríamos encontrado sobre la Tierra, en ponernos a nosotros mismos al servicio de algo inmenso. Ahora nos encontramos al servicio de nosotros mismos. Ahora somos portadores de aquella compasión de la que nos adornamos como guerreros de la luz. Ahora recordamos. Duele. Estamos aturdidos por el contacto con esta verdad. El cuerpo, de nuevo, se queja, está cansado, tiene siglos de olvido que eliminar. Los huesos crujen porque están cambiando posturas de control. El estado de modorra es constante. Parece no acabar nunca.  

Días difíciles. No reconocer el rostro que nos mira en el espejo es normal. Quién es que está mirándome?. Qué antigua figura emerge de mi profundidad?. Antigua alma…bienvenida a ti! Profundamente agradecida que estás revelándote a mí con el sufrimiento y la alegría, la reticencia y la voluntad. Acepto en mí lo que está revelándome y agradezco todas aquellas partes que se han resistido hasta ahora. Pronto la página se dará vuelta y se mostrará un nuevo rostro…

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