Bienvenido Capricornio!

Nace durante el solsticio de invierno, cuando la noche domina el día, cuando la luz del sol es débil porque está en su mínimo estacional. El aire es frío, la tierra es árida y para calentarse, es necesario permanecer dentro de casa o bien protegerse, aislando el propio cuerpo para no dispersar el calor interno. El Capricornio es así: frío fuera, caliente adentro. 

Pero ese calor no lo manifiesta como haría Cáncer, su signo opuesto.

Lo expresa a través del sentido del deber y de la responsabilidad. Se hace cargo de sus seres queridos, pero sin abrazos, sólo hechos concretos, esenciales y prácticos. No manifiesta el amor con caricias, lo hace asumiendo concretamente la responsabilidad de la realización del otro. La practicidad y la autodisciplina son grandes cualidades que le permiten construir de la manera más eficaz y eficiente posible, todo lo que proyecta. 

Quien nace bajo este signo tiene una fuerte ambición, un fuerte estímulo para asumir el poder. Por esta razón, son personas con actitud de mando: son los dirigentes, los presidentes, los directores.

En sus empresas tienen grandes posibilidades de éxito, ya que no se dejan influenciar por las emociones cuando toman decisiones importantes o delicadas; nunca son decisiones precipitadas o impulsivas. Calculan todo, permanecen fríos y distanciados en lo que hacen; por desgracia tienden a tener la misma actitud en las relaciones, llegando a puntos de desprendimiento tales que minan cualquier relación. A veces es su importancia como hombre o mujer de poder lo que fascina a la gente.

Es fácil ser atraído por Capricornio, porque expresa un encanto particular, una sensualidad oculta bajo tanta rigidez emocional. Gracias a su estabilidad, nos transmiten seguridad. Sabe cuidar muy bien de sí mismo y no lee` asusta la soledad; es capaz de permanecer en silencio durante mucho tiempo. 

Dedican poco tiempo a la diversión, pero cuando lo hacen, exceden.

Las personas que nacen bajo este signo se reconocen por su capacidad de ser adultos, responsables ya desde niños, viviendo sólo en un segundo momento, en edad adulta, la alegría infantil. 

En astrología, Capricornio es precisamente el sabio, el anciano, quien desde lo alto de su experiencia sabe dar consejos válidos para una vida mejor. Siente en su interior una misión, un propósito más allá de su esfera personal. Se siente en Misión por cuenta de Dios que le pide crear algo importante para la salvación de los hombres; pero sólo de aquellos que son coherentes, íntegros y la merecen verdaderamente.

Su regente es Saturno, un planeta que se asocia a la sensación de falta, la soledad y la restricción. Es un planeta que representa la seguridad interior más que exterior. Saturno ama el poder, es quien decide qué quitar, qué hacer y qué reconocimiento dar. Saturno dice: «No hago lo que quiero, hago lo que tengo que hacer». Este concepto habla del sentido del deber que requiere la gente de Capricornio.

Quien nace bajo este signo, nace para aprender la coherencia, la capacidad de expresar externamente aquellos valores que lo distinguen y que deben ser los mismos que utiliza en su vida personal. Quien nace Capricornio, en definitiva, debe llegar a ser íntegro, uniendo la individualidad y la propia identidad pública. Unir el exterior con el interior sin buscar la aprobación social, consciente de que ésta debe buscarse dentro de sí mismo conquistando así, el respeto sólo de sí mismo. 

Lograr la autosuficiencia, la practicidad y, sobre todo, un cierto desapego emocional. Sin embargo, el desapego emocional no debería significar no sentir emociones, ni como instrumento para evitar las consecuencias de una adicción afectiva. 

Aprender el desapego del dolor interior, pero también del exceso de alegría que podría hacer perder todo en un momento de euforia excesiva. Sentir y manifestar las emociones, pero dejándolas ir tal como llegaron.

En cambio, a menudo Capricornio expresa su sombra, distanciándose de las emociones hasta el punto de no sentir más. Es la consecuencia de un bloqueo interior que se origina en la infancia, cuando de pequeño ha respirado soledad, abandono, tristeza. Probablemente los padres estaban ausentes por exigencias económicas. Para evitar morir de soledad, el niño ha cerrado el corazón eliminando cualquier forma de sufrimiento. El problema es que, en la edad adulta, ni siquiera percibe las emociones bellas. 

Demasiado duros consigo mismos y con los demás, corren el riesgo de quedar aislados del mundo.

 

Foto: Pinterest

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