Es un equinoccio particular…
Es un impulso a manifestar lo que somos.
El impulso es tan fuerte como la potencia de las prohibiciones y censuras que se han activado en la vida para protegernos del sentimiento de rechazo.
Al relajarse, uno se da cuenta de la necrosis interna. Hay partes que no responden, que están casi muertas bajo la capa de hielo protector.
¿Será posible en esta vida despertar y sentir el corazón? Porque a veces es muy difícil …. cuanto más avanzas en el camino, siempre parece más cuesta arriba…
Y la Vida insiste ¡sé fiel a ti mismo a toda costa!
Pero si nunca lo hemos sido, si siempre nos hemos adaptado por miedo a ser rechazados, ¿cómo es posible aprenderlo ahora, que todo es tan evidente, intenso, letalmente vivo, pero igualmente fatalmente complicado?
Ser fieles a sí mismos implica la voluntad de no mentirse, de hacerse pequeños, frágiles y humildes, para descubrir las estructuras postizas construidas para no sucumbir.
Son momentos en que se nos ofrece, una vez más, la posibilidad de abrir una vía de contacto con las partes olvidadas y omitidas. Quizás son días tristes y melancólicos…
Es una confrontación poderosa con la verdad, y nos la debemos, sea lo que sea. Démonos la oportunidad de percibir la acción balsámica de la voluntad de amar lo que hay. Podría ser un método de curación muy fuerte, porque implica un estado de abandono total a sí mismo.
En este Equinoccio, entremos en el estado de ánimo introspectivo de la estación con todo el ser, para que las necrosis puedan ser detectadas y, donde sea posible, sanadas con compasión y paciencia.
Si algo ha sido abandonado definitivamente, lloremos el luto.
Probablemente de las lágrimas la Vida encontrará la fuerza de renovarse.
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