El ciclo lunar comienza de nuevo con el fuego de Sagitario. De la luz que brota, débil como la llama de una vela tímida en la oscuridad de la noche del año.
En el Cielo ya Sol, Mercurio y Venus han entrado en el reino de Júpiter y acompañarán a la Luna Nueva en un abrazo enfático, destinado a subrayar el sentido del período que se abre. En el que será necesario experimentar el valor de emprender nuevas direcciones, caminos, aventuras. Cruzar umbrales ante los cuales se ha vacilado. Abrir páginas, alzar el vuelo, aceptando todo lo que deriva de ellas. Mercurio, remarca la necesidad de movimiento.
El que se queda quieto está perdido, parece declarar.
Venus, por su parte, sugiere la necesidad de una nueva música, de una armonía existencial realizada por nuevas notas, personas, situaciones. El Cielo en lo alto baraja las cartas y pide en lo bajo que se haga lo mismo. Es el momento de la fe en aquellas visiones interiores que han sido cultivadas en el fondo, muy en el fondo. Tales visiones, dejadas de lado por el miedo escalofriante del fracaso, del rechazo o de la humillación, necesitan ser descongeladas y ser traducidas al fuego del acto.
El cielo ayuda a los audaces. Hay que decirlo. Se pone bajo los pies de quien tendrá la fe necesaria. Representa una posibilidad de crecimiento que, si se cultiva, será reforzada y alimentada por el regreso de Júpiter a Aries a finales de diciembre. El arco empuñado por el centauro apunta a las alturas siderales del cosmos indicando la meta de la flecha, el destino que ella anhela y apunta alcanzar.
El Alma en el paso astrológico de Sagitario debe aprender a dejar atrás la noche del Escorpio. Se usa como gasolina real auto afirmativa para abrir las alas y volar. Por lo tanto, en el último lugar del fuego, la Conciencia comprende que el movimiento de autodefinición vivido hasta ese momento de su viaje coincide con la propia reconexión con lo Divino. Su religio personal (en el sentido etimológico latino de la palabra, que deriva del antiguo verbo religioso: reconectar) se celebra siendo ella misma sin miedo, distorsiones, superestructuras mentales de cualquier tipo.
Sin las deformaciones egoístas de la personalidad.
El éxito no es otra cosa que ser quien uno es sin temerlo.
Amar lo que se es a tal punto y a tal grado de aceptación que intercepta la energía y el proyecto del Alma, de ese Ser que es nuestro gancho infalible para la Casa del Padre, a la que todo indefectiblemente vuelve.
¿Pero poseemos este valor? ¿El de la recepción? ¿De la confianza en lo que somos? ¿De la visión que puede traducirse en dirección y luego en materia? ¿Nos consideramos bastante meritorios, listos, maduros, fuertes, centrados, evolucionados? Si la mano está apretada en un puño en lugar de estirarse en una palma abierta, ninguna Victoria puede ser celebrada.
El mito nos lo cuenta.
Perseo, se ve obligado a hacer frente a una empresa al límite de lo sostenible para un ser humano si desea salvar a la madre Danae, objeto de las atenciones molestas del tirano Polidette: matar a la monstruosa Medusa y dársela a este último. Sin embargo, en el momento en que acepta el desafío, en lugar de quejarse de su suerte y del callejón sin salida en el que se encuentra, descubre que el Olimpo lo apoya. Inmediatamente se le otorgan dones milagrosos. Hermes le entrega sandalias aladas con las que alcanzar rápidamente al monstruo, y Atenea lo acompaña sosteniendo un escudo de bronce. Escudo tan brillante que refleja la imagen del monstruo y permite al héroe no cruzar la mirada con el demonio, convirtiéndolo en una estatua de piedra inmediatamente. Así que Perseo consigue meter en una bolsa la cabeza cortada de Medusa y entregársela a Polidette para rescatar a su madre.
La Gracia de la Victoria para él está representada por el saco sangriento invertido a los pies del tirano a pesar de cada pronóstico inicial y cada posible detractor. Y los dones divinos han decidido el resultado de la empresa solo por el consentimiento incondicional de Perseo.
Solo en virtud de su disponibilidad total, aunque sin certezas.
Su palma abierta hacia el Cielo ha originado el milagro.
Entonces abre tus manos. Es tiempo.
Saquen sus sueños de cualquier grieta que los hayan confinado.
Enciendan en ustedes en esta Luna Nueva la valentía de la disponibilidad sin límites al Divino. Recibe. Puedes. Estás a la altura. Y si sientes que no lo eres… los dioses te levantarán. Garantizado.
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