La alegría es una elección diaria.
No nos sucede.
No salta sobre nosotros.
Es el fruto de una decisión.
La alegría se experimenta al mantenerse en el centro de la existencia en lugar de ser arrastrados a la periferia, donde sólo se acepta lo que te llega.
Mientras la felicidad se conciba como consecuencia de acontecimientos externos, desconectados de nosotros, sólo se puede vivir a merced de lo que sucederá en el exterior mañana o dentro de cinco minutos.
Se necesita valor para decidir ser feliz sin importar lo demás.
Es una determinación que requiere energía, dedicación, presencia y fuego alquímico.
Y es también el único acto de verdadera generosidad con respecto a quienes viven a nuestro alrededor.
Porque en la alegría se puede alimentar a alguien… en el dolor se suma al dolor de los demás y ya sabemos cuán adictivo puede ser…
Estar en la alegría sana.
A nadie le sucede ser feliz.
Se decide.
En estos días en que tantos están inmersos en el miedo, estar en la alegría es decisivo y un acto de rebeldía.
Elijámosla.
Cualquiera puede ser infeliz después de todo…
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