Iniciamos esta semana con dos aspectos astrológicos intensos, que nos acompañarán hacia el proceso de rendición a nuestra verdadera historia.
Mercurio, el Mensajero, la Memoria, la Mente, se encuentra en Piscis desde el 4 de febrero. La Mente en un signo de agua se llena de nostalgia, de añoranza hacia un pasado tan lejano, al que estamos tan apegados que no podemos ver el presente. Básicamente, no vives, la cabeza da la vuelta y mira hacia algo que ya no existe. Desde el 17 de febrero entra en movimiento retrógrado, recorriendo el camino apenas transitado, hasta que el 5 de marzo que vuelve a Acuario, el 11 de marzo retoma el movimiento directo, el 17 de marzo vuelve a Piscis hasta el 11 de abril. Podemos notar que de pronto el pasado se disuelve…..ahora esta frecuencia se intensifica. Mercurio hace un viaje similar tres veces al año, por lo que siempre llega un momento en el que el movimiento de la conciencia individual se dirige hacia dentro. ¿Cuántas personas se dan cuenta? Más que nada es un proceso que sufrimos, entrando en una suerte de estado depresivo sin razón aparente. Sin embargo, este movimiento es muy importante, porque gracias a él se abren espacios de otro modo desconocidos…podemos darnos cuenta si todavía hay situaciones que no nos permiten sentirnos presentes en la vida. Si continuamos creando en el presente eventos que no coinciden con lo que nos gustaría, ¿detrás de qué programa obsoleto seguimos tejiendo nuestra vida?
Todo esto es reforzado por Marte, la Fuerza, la Brújula, el Guerrero, la Voluntad, que entra hoy en Capricornio, sumándose al stellium de Nodo Sur, Júpiter, Plutón y Saturno. Estos últimos nos mantienen prisioneros en la tarea de ser nosotros mismos….no podremos movernos hasta que no llevemos nuestros recursos a la manifestación. Mientras no sintamos que el corazón se está abriendo a acoger lo que somos, sin miedo, sin vergüenza, sin orgullo, sin resentimiento o falsa modestia, no podremos movernos de dónde estamos. Entonces puede ocurrir que algunos proyectos no lleguen a buen puerto, o que algunas situaciones se ralenticen. Es el paso que deberíamos seguir también nosotros para crear nuestra vida, desacelerando y observando mejor cosas que hasta ahora no habíamos visto.
Nos pondremos en contacto con información que se había sedimentado en lo profundo de nuestro interior. Ahora sube a la superficie y verla no siempre es fácil.
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