Marte y Venus en Acuario: relaciones maduras

Marte y Venus entraron juntos a Acuario.
Juntos en el grado 0 de Acuario.
Se requiere adultez en las relaciones, de cualquier tipo.
La unión de Amor entre una mujer y un hombre es la mayor oportunidad evolutiva que se presenta en la vida. Pero también es uno de los desafíos más arduos y valientes. No hablo, naturalmente, de los enamoramientos de los que nos alimentamos continuamente para llenar los vacíos de nuestra existencia, de los fáciles enamoramientos que por algún tiempo, a menudo corto, nos permiten perdernos en el juego seductor de la pasión construida artísticamente por el poder de la fantasía. Hablo del encuentro de dos seres que se reconocen y están dispuestos a arriesgarse, sabiendo que nada será como antes de encontrarse.

Hace falta valor porque el Amor que hunde sus raíces en la esencia individual obliga a despojarse de todo lo que impide su expresión total, conduciéndonos en el viaje de elección consciente y recíproca, de unir los esfuerzos para afrontar la herida del corazón que desde los primeros años de vida ha marcado nuestra ya frágil humanidad.
Los dos amantes se enfrentan a la primera gran prueba que se manifiesta en una pregunta: ¿Cuánto amor he desarrollado hacia mí mismo? Y siguen las otras: ¿me siento con derecho a ser amado, a acoger mi libertad, cuánto soy capaz de dejar mis patrones, cuánta parte de la necesidad contamina mi amor?
La intensidad del amor es proporcional a la capacidad de ser libre.
Pero los dos seres que se encuentran parten de una historia de dependencias y de faltas de reconocimiento. Y aquí es donde comienza el viaje valiente.
En el Amor nace una alianza entre estos dos seres, nace la intención de acoger las respectivas fragilidades. El poder del Amor permite enfrentarlos juntos como dos guerreros que luchan codo con codo. Cada uno da al otro la fuerza para convertirse en lo que ya es, en su naturaleza más íntima.
A través de esa mujer, el hombre desarrolla la fuerza de la Naturaleza exuberante, de mil formas. A través de ese hombre, la mujer desarrolla la fuerza del Creador que se levanta estable.
El Dios y la Diosa se unen dentro de cada individuo.

«Después de todo, tú y yo somos uno. Sufrimos juntos, existimos juntos, y por siempre seguiremos recreando el uno al otro.»

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