Júpiter y su paso por Piscis

Sol unido a Júpiter y Neptuno en Piscis.
Días en los que las emociones pueden estar fuera de control.
El paso de Júpiter en Piscis cierra un ciclo y se despiertan emociones, patrones, experiencias.
Miro a la gente y se ve cuando están completamente identificados con lo que sienten. Se vuelven reactivos, levantan la voz o se muestran propensos a las lágrimas y a la desesperación. Se convierten en verdaderas máscaras de dolor, molestias, ira, tomando la forma del caleidoscópico mundo emocional que fluye bajo su piel. El cuerpo emocional, por otra parte, es un componente de la herramienta que se nos ha dado para experimentar en este mundo. Nuestra subjetividad. Todos vemos a través del cristal de nuestra emotividad, a menudo sin darnos cuenta de que se trata de un cristal.

En el momento actual, por lo demás, el Cielo está trabajando precisamente para permitirnos ver los excesos y las fluctuaciones de nuestra emotividad, y esto para poder reconocerla, acoger y regular.
Júpiter en Piscis actúa como repetidor cósmico para aquello que se agita, como una corriente interior, en nuestro sentir, lo expande, lo potencia y podría hacerlo tan voluminoso que no podría ser explicado o comunicado a los demás.

Será fácil con un cuadro como este no sentirse comprendido o no sentirse en absoluto capaz de explicar lo que se siente. Vivir fases de estancamiento sobre todo en las relaciones sociales y humanas, en las que nos parecerá que estamos aislados y fuera del radio de la empatía de quien amamos.
El punto es, como siempre, mirar dentro.
El punto es entender que cuando ciertas emociones parecen estar fuera de control y se vuelven tan gigantes que toman todo el arco de nuestros pensamientos, invadiendo la mente y luego, tal vez, traduciéndose en algún daño físico a través del sutil camino de la somatización, todo esto sucede para ser visto y reconocido.

Para que finalmente quede claro que no estamos destinados a sufrir el poder de una fluctuación emocional, sino a devolverla a la paz que viene de poner distancia y mirar ese magma emocional como parte nuestra, pero no como el todo. ¿En este momento te parecerá que estás lleno de ira? ¿de miedo? ¿de irritación?
Miren estas cosas como ondas que pueden reabsorberse y desaparecer. El mar y los océanos retiran hacia si mismos cualquier marejada, incluso aquella olas altas de diez metros.
Siempre vuelve el sereno. Siempre vuelve la fluidez, la calma del manto marino calentado por el sol. ¿Por qué no debería ocurrir lo mismo en nuestra conciencia?

Este mar emocional se retirará, y si no nos hemos identificado, sólo tendremos más conciencia de las ilusiones, apegos, debilidades sobre las que aún es necesario mirar para crecer, como nos deja entender esta conjunción.
Estemos quietos.
Dejemos pasar la tormenta emocional.
Que las olas se retiren y muestren los tesoros del lecho marino.

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